miércoles, 11 de mayo de 2016

VIVIR ES UNA FORMA DE OBEDIENCIA





Gente que, por ejemplo, para hacer el bien necesita un dios o varios. (La principal ventaja de tener dios es la autosuficiencia, poder desechar cualquier otra creencia; y además sirve para dar por supuesto que te hace caso alguien importante.)
También hay creyentes en nuestra futura vida extraterrestre.
En cualquier caso, la peor religión es siempre la misma: creerse muy listo.

Gente únicamente capaz de apreciar la belleza de un pedazo de tierra cuando es de su exclusiva propiedad y lo han vallado por completo.
Gente con un serio complejo de interioridad. Sus aullidos de bote.
Gente tan vanidosa que subraya los libros convencida de mejorarlos.
Peligrosos humildes con afán de protagonismo.

Gente a la que parece bastar con ridiculizar una idea para creer refutarla, que gana la lotería y supera su marxismo.
Gente que donde dijo «valor y alegría» dice «diversión y precio».
Iguales en la mediocridad, no en la excelencia.
Irresponsables con ínfulas y presuntos méritos.

Gente que sólo entiende aquello con lo que ya estaba de acuerdo.
Gente que se quiere muchísimo siempre y cuando.
Gente al borde de la asfixia por sumersión permanente en sus intransferibles y respectivos ombligos.
Gente cuya vanidad es más fuerte que su falta de talento.

Gente que hace donaciones y saca el codo deliberada y sutilmente para hacerse con un buen asiento libre en el transporte público.
Jóvenes hipnotizados que te miran como si fueses otra pantalla.
Espectadores que en el estadio miran una pantalla más grande, a veces tardan segundos en darse cuenta de que aparecen ellos mismos, ¡se alegran tanto!

Gente capaz de ser mansa por soberbia y generosa con avaricia, bendecir el mal, mentir de corazón y robar sin ánimo de lucro.
Gente capaz de vivir hasta ya no poder limpiarse el culo a sí misma.

Mentes tatuadas, cerebros sin alma, cipotes con funda y drogados ovarios.
Empresarios de ideas, pensadores a sueldo, desalmados mercenarios de su propia inteligencia.
Rebeldes de catálogo, propietarios fungibles, gurús de sofá nórdico, mando a distancia y pizza grasienta.
Exhibicionistas de una insaciable vaciedad. Ni héroes ni antihéroes: actores de reparto sin texto.

¡Y si actores, deportistas y demás constelaciones de estrellas del espectáculo son nuestros ídolos, que baje del monte un moisés y que nos ponga firmes!
Lo peor de los encantadores de serpientes, ¿no son las serpientes? ¡Ay el fangoso y oculto rencor que les guardamos a quienes nos han seducido…!

¡Bienvenido al planeta Tierra! ¡Bienvenido seas tú, usuario tipo e individuo, asalariado consumidor y telespectador votante!
¡Pasa, boquete con patas, y paga tus compras! Tenemos éticas de ocasión, rosas de plástico, señuelos del placer, necesidades ficticias, prejuicios de valor y noticias a la carta.
Actualidad tenemos a raudales, ¡lee más rápido!, tenemos todos los colores de la rabiosa enfermedad de nuestros tiempos.
¡Entra, saca la tarjeta de crédito y hazlo todo tuyo! Aquí saciarás incesantemente un saco roto llamado deseo.

¡Porque seguimos a pan y circo! ¡Oh centros comerciales y fútbol! ¡Oh economía de consumo y sociedad del espectáculo!
Y esta noche me pregunto si habrían seguido procreando los humanos de hace apenas un siglo (por no hablar de los de hace milenios) si hubieran sabido algo de nosotros, de sí mismos.

El lobo es un perro para el hombre; animales domesticados y miles de millones de humanos son los únicos que hacen diariamente lo que no quieren en su fuero íntimo.
Necesitamos olvidar que cada día laboral nos roba un tercio o más de vida. Cuando no puedes desobedecer, ¿eres libre?
No vemos los barrotes porque estamos en peceras, pero hínchate a reír unos minutos y te elevarás unos segundos.

¡Oh civilizaciones erigidas sobre mentiras edificantes!
¡Cuanto más arriba trepe el mono, mejor exhibirá su culo!
¡La pescadilla que se muerde la cola intenta comerse el mundo!
¿Colonizaremos Marte y habrá guerras interplanetarias?

Una vez cubiertas las necesidades básicas, el siguiente paso suele ser complicarse la existencia.
Y el colmo de nuestra adulterada democracia es acusar de injusta y no igualitaria a la naturaleza.
«Democracia», por cierto, es buen ejemplo de lo peor que le puede pasar a una buena palabra.
Y es que pensamos para convertir nuestros prejuicios en verdades, como los burros en la noria.
¿Será que uno es siempre bastante peor de lo que está dispuesto a admitir ante sí mismo?

Lo peor que le puede ocurrir a un virus es cobrar conciencia, sí, pero vivir es una forma de obediencia y todos nosotros somos inocentes bestias.
Y al menos una cosa debería haber quedado bien clara: o se niega la vida o se abraza el absurdo.

Así que refina tu odio y destila tu bilis: ¡sé un monstruo delicado!
¿A quién culparás de tu cobardía y envidia?
¿La autoestima? Es teatro del bueno.
Ser o estar vendido, ¿no es ésa toda la cuestión?
Y amar a cuatro patas. (Imaginar a tus padres procreándote, progenitores sumergidos en la animalidad sincera de nuestra carne purísima, entre gemidos y embestidas, lo relativiza todo bastante.)

Mira: los tres puntos sobre las íes del precipicio son suspensivos.

Piénsalo un solo momento y después sonríe: bajo la cara tienes una calavera.




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