Alguien
que una tarde abarrotada y luminosa, tumbado en la playa, copa en mano,
sonriente, gafas de sol y bañador discreto, barrigudo, canoso, dos infartos de
miocardio en el cuerpo;
alguien
que posa ante un teléfono inteligente para una foto que acabará en breve en
Facebook y despertará tanta envidia como alegría y megustas;
alguien
que exclama con satisfacción sincera y mucho orgullo haberse pasado la vida
trabajando y que, por suerte, hoy, finalmente, lo disfruta,
¿no
es un esclavo retirado, un mono satisfecho de haber pagado su jaula de tantos
metros cuadrados a plazos?
Cambian los tiempos, cambian los señores;
/ los que no cambian nunca son los siervos, leí hace mucho en
una antología que estará en alguna caja
en
casa de mis padres. Lo de la antología
viene a que no tengo ni he tenido libros de Aquilino Duque, autor de esos
versos.
El
título de estas líneas, por cierto, es un afortunado estacazo verbal de George Orwell.
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