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Samuel L. Jackson y Leonardo DiCaprio en Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012). |
«En
España no sólo funcionan mal los que mandan, sino también los que
obedecen.» Eso decía el valiente y admirable cascarrabias Fernando
Fernán Gómez. Hace años (antes de llevar yo veinte en el extranjero y
con bastantes menos lecturas en las alforjas) esa frase me parecía de lo
más certera.
Hoy
le pongo un reparo. Sí, sí, Fernando; en España y en toda tribu,
imperio o estado nación, al menos desde que existen registros
históricos...
La
sentencia de Fernán Gómez resulta en cierto sentido esperanzadora,
puesto que parece dar implícitamente por sentado que en algún lugar,
alguna vez, no fue o es así.
En
fin, que yo le enmendaría la plana al ínclito autor e intérprete y —si
me lo permiten ustedes y ustedas— dejaría sus palabras en cinco: «No hay
amos sin siervos».
Pero
para no cerrar las puertas a la ilusión, remataré estas líneas con otra
cita, esta vez de Borges: «Ojalá merezcamos no tener gobierno».
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