domingo, 21 de junio de 2015

La gran danza del universo.

¡ Q U É    P A Z    E N    E L    G R A N    
T O R B E L L I N O    D E L    M U N D O !

Amarillo, rojo y azul (1925), Kandinsky.

Al igual que una mosca recién aterrizada en el reposabrazos de una butaca de un avión que viaja a más de 1.000 k/h, aquí estoy yo, acodado en un balcón, ahí estás tú, donde sea que te encuentres, y ambos estamos sobre la corteza terrestre viajando a la velocidad de la rotación de nuestro planeta a la vez que alrededor de nuestra estrella y en torno al centro de nuestra galaxia, que a su vez se mueve en relación al cúmulo galáctico del que forma parte, así como éste lo hace en relación a los cúmulos vecinos, y así sucesivamente hasta decir que nosotros y este planeta ahora mismo y constantemente nos movemos en innumerables direcciones en relación al resto del universo*, quién sabe si en relación a otros universos… 

¡Y ni nos enteramos! ¡Qué paz en el torbellino del mundo!      

La diferencia entre la mosca y el humano es que el humano sabe —aunque no lo sienta— que no está en reposo absoluto. ¡Pero qué poca cosa parece ese saber! ¡Y cuánto nos…! He estado a punto de escribir «¡cuánto nos honra!» pero será más exacto decir «¡cuánto nos enorgullece!». 

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* Para visualizar con mayor amplitud la gran danza del universo, añádanse a estos movimientos crecientes los movimientos decrecientes, todos los eventos que tienen lugar en el mundo microscópico.