lunes, 15 de junio de 2015

Enajenación favorable.

H I P Ó C R I T A    L E C T O R ,    M I    S E M E J A N T E 
Dibujo de Pawel Kuczynski.

Lo han dicho los muchos o pocos sabios que en el mundo han sido: los humanos casi siempre piensan a favor propio. 

Para el común de los mortales, verdad es todo aquello que les sirva, y mentira lo que no. Cuanto más ambiciosos, mejor ejecutan el proceso mental. 

Se puede ser Papa y torturar y quemar y violar a tu propio rebaño. Se puede ser Hitler y amar a la Braun. Puedes adorar a tus hijos y asesinarlos. Y claro que se puede ser un miserable de la cultura oficial y de las prebendas políticas sin dejar por ello de creerse íntimamente uno el mismísimo Albert Camus. 

Se puede ser un monstruo y ver un ángel en el espejo. Gente como tú y yo, normalmente, no cae (o no se eleva, según lo mires) por ese despeñadero. La gente como tú y yo, hipócrita lector, mi semejante, es una inofensiva jauría de domesticados perros verdes que ya ni muerden. 

El cinismo inconsciente es la norma. Otro modo de denominar el fenómeno sería enajenación favorable. Pasa hasta en las mejores familias.