lunes, 23 de enero de 2017

EL SÚPER JESÚS GIL AMERICANO



Lamento coincidir con tanto papagayo como cacarea suelto por el corral mediático, pero tampoco a mí me huele nada bien el Elvis de la política. Y no es que sus rivales huelan mejor, obviamente, pero esa peste está probada y demostrada desde ya hace largo tiempo. 

Lo que la victoria de este über jesusgil americano parece indicar es que los grandes mercaderes han decidido dejar de untar a sus marionetas parlamentarias y tomar ellos mismos las riendas del Estado. «¡A tomar por saco con los intermediarios! ¿Para qué delegar en mañosos arribistas o mediocres de buena familia si podemos encargarnos nosotros mismos de la faena, tomar la batuta y dirigir personalmente la orquesta (mientras dejamos nuestros crecientes emporios en manos de familiares y allegados)? Será entretenido. También a nosotros nos gusta salir en la caja tonta. ¡Montaremos un esperpento aún mayor del ya montado! Y las masas terminarán tragando como siempre.»

En Europa, en cambio, aún nos andamos por lo que hoy tan certeramente llaman «puertas giratorias». El método  lleva siendo redondo demasiadas décadas, pero parece que ya empieza a tocar las narices al rebaño. El mecanismo es el siguiente: «Conviértete en el perro ambicioso adecuado para nuestros intereses y te financiamos la campaña electoral, os aupamos a ti y a tu jauría mediante nuestra poderosa plataforma de manipulación de las conciencias y creación de opinión pública (prensa escrita y audiovisual, novelas de aeropuerto y pseudoensayos ad hoc, libritos de autoayuda y autoengaño, películas, canciones, etc.) al tiempo que difamamos como apisonadoras a vuestros, ¡y nuestros, también nuestros!, adversarios. Haremos que ocupéis las poltronas parlamentarias para que os dediquéis a cuerpo de reyezuelos de temporada a defender nuestros intereses, mientras nuestros esbirros, voceros y escribas se encargan de noticiar sin cesar que estáis haciendo todo lo contrario, y cuando terminéis la faena de una o dos legislaturas os buscamos una sinecura de alto standing como justo pago a vuestros fieles servicios.» 

Eso, ya digo, es lo que aún ocurre aquí; pero los yanquis ya van un paso por delante y muy posiblemente vuelvan a dictar tendencia y sentencia, como es su costumbre desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

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