domingo, 15 de enero de 2017

EL POETA EN GUERRA



Cedo la palabra Robinson Jeffers y traduzco la nota preliminar a su poemario Enfurécete con el sol y otros poemas, de 1941.—


Lamento la obsesión con la historia contemporánea que clava muchas de estas piezas al calendario, como mariposas a una cartulina. La poesía no es un monólogo íntimo, pero creo que tampoco un discurso público; y en general es lo peor para resultar oportuno. Por eso, hasta para prácticamente el último de los poemas escritos de este libro, fui en busca de un pescador solitario que vive en su cabaña bajo un acantilado, sin radio ni periódicos, sin amigos inteligentes, sólo pescado y güisqui. Eremita drogado, su mente debería haber estado tan libre de fechas como el océano, pero también él rompió a farfullar sobre asuntos públicos. Y le paré.

Sin embargo un hombre está en todo su derecho a expresar las opiniones propias, aunque sea en detrimento de sus poemas. La poesía debe representar la mente al completo; y si a la mente la ocupan en parte desgracias, mala suerte. Y de nada sirve dejar la poesía para cuando la tempestad haya cesado, porque a mi juicio ésta no ha hecho más que empezar: la calma que uno debe buscar es la del ojo del huracán.
 

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