¿Os acordáis de Apollinaire? La crema de la vanguardia literaria. Eso decía el manual en mis años de bachillerato.
Eran otros tiempos. Fue antes del navajazo asestado a las hermosas letras por la revolución tecnológica e internauta.
La crème de la crème, el amigo Apollinaire. ¡La cresta de la ola! ¡La mismísima flor de la vaguardia!
Ya digo que eran tiempos distintos. Bien pensado, su «Corazón, corona y espejo» tiene un eco de pintura rupestre.
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