domingo, 19 de junio de 2016

OTRA VEZ DAN UNA FIESTA LOS SEÑORES

Fotografía de Vivian Maier.

Otra vez dan una fiesta los señores. Hay música ambiental en los jardines, la luz en los rosales que yo cuido, la fresca fragancia del césped que esta tarde, hace unas horas, he regado. Avanzo junto al borde de la piscina, escucho el gorgoteo del agua en el sumidero, el chapoteo de los invitados, sus voces, esas risas sobreactuadas sin sonrisa. Y yo fuerzo la mía sin problema cuando ofrezco canapés, y voy cediendo el paso y cabeceando solícito mientras inadvertidamente me retiro. Van a brindar en el jardín antes de entrar; perfectamente coordinados, ultimamos los entrantes y la mesa. ¡Paf! El corcho del champán por fin resuena. Ya borbotea el vino embravecido sobre las buenas copas (no son las mejores de la casa, ni mucho menos) que entrechocan dulcemente, son alzadas y se vierten en los labios entreabiertos de los comensales. «¡La cena, queridos amigos, está servida!», anuncia alegremente el anfitrión, que no es amigo nuestro sino quien nos paga. Termino de encender los candelabros y, atusándonos el nuevo uniforme (a mí me queda algo ceñido), nos encaminamos diligentes a recibirlos con nuestras reverencias a la entrada del gran comedor.

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