jueves, 30 de julio de 2015

ECCE MONTAIGNE


Detalle de Montaigne con sombrero. Anónimo.

Leyendo a Montaigne estos días. Bueno, para ser más exactos, una selección bien desbrozada a cargo de André Gide (Páginas inmortales, Tusquets). La traducción no termina de sonar bien, pero no por eso deja de ser efectiva. 

Leo a este hombre, a este Alonso Quijano con medios y cordura, y percibo su aliento, su calor corporal, su olorcillo. Qué delicia escucharle hablar por escrito, vanidosa a la par que humildemente, de sí mismo, sin solemnidad pero a fondo, una tarde cualquiera de hace cuatrocientos años, junto a la chimenea de su castillo, consciente de su buena suerte y de tantísima miseria humana, tras haber comido a placer, como si fuera hoy mismo. 

Fue el primero que escribió conscientemente sin la máscara de los temas; su único tema, decía, era él mismo. 

Eccehomismo literario en sus orígenes.


miércoles, 29 de julio de 2015

EL MIEDO A LA LIBERTAD



1. No somos pocos los que detestamos este sistema y vemos al final del túnel la peor de las pesadillas orwellianas. Los hay incluso que intentan combatir la situación. No sé si lograrán algo bueno, pero no seré yo (que no muevo un dedo por nada que no me incumba directa e inmediatamente ni por nadie a quien no conozca personalmente), no seré yo —decía— quien les critique antes de empezar. Europa se encuentra hoy en una encrucijada del copón: dejar de ser el timón del mundo y seguir los nuevos modelos de sociedad no occidentales (que en realidad son adaptaciones no europeas de modelos europeos) o reinventarse y volver a «dar buen ejemplo». Esa es la verdadera batalla política que está teniendo lugar hoy en la Unión Europea. La única salvación reside en la capacidad de esos nuevos aspirantes al poder para llevarse el gato al agua y hacerse con las mayorías. En caso de hacerse con el poder político (que, como sabemos, cada vez es más débil frente a los demás poderes), lo que luego harían quién lo puede saber. Pero en principio, a juzgar por lo que dicen los más capacitados de ellos, parece que con frenar esta locomotora loca y desbocada en la que estamos todos subidos en frenético avance hacia el abismo se darían con un canto en los dientes.

2. La masa merece ser tratada como tal; nadie merece más respeto del que se tiene a sí mismo. Y la élite resulta repugnante, a pesar de su talento para ascender o mantenerse en la cúspide de la pirámide social. Por suerte, hay además algunos individuos que ni son ni quieren ser élite o masa, gente que ni desprecia ni envidia, ni reniega ni adora, al menos no excesivamente; pero son los que menos ruido hacen, y a menos que uno tenga suerte y la antena bien sintonizada ni los ve. Entre los casos conocidos, pienso en Camus, que cada día que pasa me parece más admirable; entre los don nadies, yo he conocido en lo que llevo de vida a media docena de ejemplares humanos dignos de admiración y respeto profundos. Son gente que no entiende las relaciones personales jerárquicamente o como «juegos de poder», gente que no afianza la buena opinión que tiene de sí misma comparativamente.

3. No todos somos sadomasoquistas o —para ser más exactos— no todos cedemos a la tentación de convertirnos en monstruos. En este sentido, como en tantos, me aferro a Sartre: en última instancia somos responsables de aquello en lo que nos terminamos convirtiendo, somos lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros. Sin eso, apaga y vámonos de cabeza a la mala fe. No abundan los individuos dispuestos a tener iguales, ya se sabe que lo bueno nunca abunda, pero haberlos los hay. Pero los borregos, eso está más claro que el espacio sideral, son rotunda mayoría y necesitan tanto a depredadores con los que justificar su gregarismo y cobardía como a pastores que les hagan sentirse seguros. Y quien desea ser amo depende tanto del siervo como éste de aquél. Recuerdo leer hace poco una página de Hegel que sí entendí: todo amo —venía a decir— es esclavo de sus siervos.
 
4. En el miedo a la libertad, que dijera Fromm, reside el quid de la cuestión. Lo traduciré a mis propios términos: el miedo a la muerte (en su sentido más amplio: anormalidad, soledad, exclusión, marginación, pobreza) nos esclaviza. Quien no esté dispuesto a dejar de vivir ahora mismo está encadenado. La vida es hermosa porque acaba; y tan pronto como uno teme su acabamiento, le sustrae toda belleza profunda. Nuestra actitud ante la consciencia de la muerte nos hace libres o esclavos. 


domingo, 12 de julio de 2015

PRÓXIMAMENTE EN TODAS SUS PANTALLAS



Hablemos del amor de pareja. Sin vellos en la lengua. Todo lo que no sea mero amor físico, es decir, animal; todo lo que vaya más allá de cuanto sienten un macho por montar a una hembra y una hembra por ser montada; todo cuanto no sea instinto «limpio» o pulsión parece un práctico constructo cultural nacido hace milenios con el fin de sublimar y ocultar la verdadera procedencia del supuesto amor humano o no animal, lo llamaran platónico o cortés, lo llamemos flechazo o media naranja. 

Las raíces de la patraña están, primeramente, en la necesidad de unión y de prole para la aseguración de la supervivencia y, acto seguido, con suerte, en la necesidad de preservación del patrimonio y de perseverar como clan. Desde entonces la idea del amor de pareja ha sido pulida, ampliada y diversificada hasta el paroxismo por prácticamente toda forma de arte. 

Pero si somos humildes y orgullosos a un mismo tiempo —esto es: si no nos avergonzamos de nosotros mismos, de nuestra animalidad— la conclusión, a mi juicio y en mi experiencia, es clara y rotunda: el amor es la atracción que sienten los cuerpos entre sí. Y para de contar. Y todo lo demás, efectivamente, es literatura. 

El verdadero problema, creo yo, es el de la convivencia. Y esa inconveniencia la tendríamos en cualquiera de los casos, compartiéramos economía y vivienda con un amigo o un hermano, con un conocido o un desconocido, en lugar de con una pareja. Convivir y compartir finanzas, con quien sea, acarrea problemas, se retoce en el mismo lecho o no. 

Resumiendo. El problema no es el amor, como bien demuestran los animales, sino su institucionalización, la vida en pareja. 

El amor (el amor celular) empezó siendo la inmolación de un ser para que dos nuevos seres nacieran. Millones de años después, cuando la vida se hizo más compleja y empezó a reproducirse sexualmente, se convirtió en la inmolación de dos seres para que uno nuevo naciera. 

Tras los primeros embistes culturales, a aquel amor sexual en estado puro se le unió lo que fuera que sintieran entre sí los cromañones que compartían cueva y caza, algo que no debió de ser tan distinto de lo que hoy sienten quienes comparten lecho, facturas y manutención. 

¿Y todo lo demás? Pueden verlo continuamente en todas sus pantallas.




lunes, 6 de julio de 2015

ASCUAS EN LA NOCHE




Los astrofísicos, avalados por las crecientes observaciones, estiman que el universo visible se expande y seguirá expandiendo indefinidamente a causa de lo que ellos llaman energía oscura. También creen que la llamada materia oscura es la responsable de que las galaxias conserven su tamaño a pesar de la expansión del universo.  

Y estimo yo: ¿Qué nos impide creen que, en realidad y a juzgar por esas mismas observaciones, es todo lo contrario lo que ocurre? ¿Qué nos impide pensar que es el universo visible la extensión del espacio lo que conserva su tamaño, al tiempo que las galaxias y con ellas todas sus partículas es decir, toda la materia visible— se contraen indefinidamente? 

Tan inconcebible es el infinito hacia lo ínfimo como el infinito hacia lo inmenso, me parece a mí. 

Y además es tan hermosa la metáfora del combustible... El símil del ascua que disminuye lentamente de volumen a la vez que pierde energía bajo la noche extensísima. 

Imaginemos, pues, una fatal e interminable caída hacia nuestros adentros. Dejémonos raptar por las palabras e imaginemos un infinito colapso sobre nosotros mismos.  

Siendo como somos pedazos de un planeta, imaginemos nuestra conjunta pero individual metamorfosis en agujero negro.