lunes, 2 de marzo de 2015

Una mezcla de mayordomo y bufón, el artista.

H E L A R T E    P O R    E L    A R T E 

El bufón don Sebastián de Morra (1645), Velázquez.

Patente estetización de la política por medio del kitsch y con fines propagandísticos, a la par que subrepticia politización de la estética con fines igualmente propagandísticos. El arte (basura televisiva o El Quijote, Mozart o Los Beatles, Las Cuevas de Altamira o El Guernica), independientemente de sus creadores, a la postre casi siempre termina funcionando como mera publicidad —más obvia o sofisticada, para el caso es lo mismo— al servicio del establisment. Y los objetivos de toda propaganda política vienen siempre a ser los mismos: represión sonriente o “shiny happy people”, como cantaran los R. E. M.; policía de paisano o autoridad interiorizada; hierros invisibles o esclavitud elástica; en fin, domesticación no traumática. Huxley decía que el grado mayor de esclavitud es la esclavitud inconsciente y voluntaria. La estética, si en manos del poder político, va siempre indefectiblemente a parar a helarte por el arte. Así fue y así sigue siendo. Virgilio perdía el culo por el César; Roma y la Cristiandad adoraban a Virgilio. Una mezcla de mayordomo y bufón, el artista.