N I M Á S N I M E N O S
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Cervantes, atribuido a J. de Jáuregui, c. 1600. |
Muchos escritores agrandan —o al menos lo intentan— los temas que tratan. Si escriben sobre el amor, hacen de él la piedra angular de la civilización; si de la libertad, otro tanto de lo mismo; si de la moral, etc. El ejemplo clásico de nuestra literatura es Lope de Vega.
Hay otros muchos que en vez de agrandar, empequeñecen sus temas, casi siempre ridiculizándolos. Estos, los satíricos, son menos numerosos que los primeros. Si nos ceñimos al Siglo de Oro, el mejor ejemplo es sin duda Quevedo.
Por último hay una selecta minoría de escritores que respetan las dimensiones de sus temas. ¿Quién ejemplifica esta categoría? Está clarísimo: Cervantes, demasiado Cervantes.
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