miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL HORIZONTE ESTÁ EN LOS OJOS



Un hombre solo en movimiento aparente; el movimiento es alejarse o acercarse. Luz incisiva inunda el mar y se zambulle en él coloreándolo.

La escena carece de un cuándo y tiene lugar siempre: agua, espejo líquido del cielo, omnipresencia curva, océano. Tampoco hay tierra firme o si la hay la barca no está en condiciones de alcanzarla.

En cualquier caso, el tripulante hambriento continúa remando sin interrupción, sacando fuerzas de flaqueza para remar una vez más y otra, solo ante la inmensidad vacía cuyos límites desconoce o no existen.

También ignora el rumbo (le faltan mapa y referentes: un sol eterno no se mueve) y sabe que es cuestión de tiempo (esa presencia) que el naufragio tenga lugar.

¡Jamás acaba el horizonte! No cesa nunca este desierto líquido… Pero sus brazos obstinados siguen remando; sigue el remero remando en pos de ningún sitio.



1 comentario:

  1. No sé si el horizonte está en los ojos o en la mente. Pero sí parece que un naufragio fatal es como la vida, aun sabiendo el resultado final, uno no deja de remar.

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