La ciencia y el arte actuales se tiñen respectivamente de religión y de mística. Tanto la una como el otro harían mejor en ceñirse a aquello que ya logran
realmente, y en ahondar en ello, en lugar de pretender sobrepasar sus propias e inherentes limitaciones.
Su verdadera victoria es nuestro aumento de fuerza: el arte nos desata mentalmente, la ciencia nos proyecta en la materia y ambos ensanchan y acendran nuestra conciencia.
Pero una cosa es aumentar nuestra fuerza (o nuestra sensación de fuerza, que en buena medida viene a ser lo mismo) y otra bien distinta consolarnos de nuestra debilidad mediante sobadas mentirijillas.
Su verdadera victoria es nuestro aumento de fuerza: el arte nos desata mentalmente, la ciencia nos proyecta en la materia y ambos ensanchan y acendran nuestra conciencia.
Pero una cosa es aumentar nuestra fuerza (o nuestra sensación de fuerza, que en buena medida viene a ser lo mismo) y otra bien distinta consolarnos de nuestra debilidad mediante sobadas mentirijillas.